Para Eva:
Te abrazamos y permanecemos atentos y callados frente a ti, mientras te desamos el alma y besamos tus sueños.
Deseamos que estés bien y que te sientas como una flor fresca y hermosa que baña los campos de luz y de inocencia y que se abre al amanecer con la naturalidad de un niño.
El florecimiento es espontáneo y natural, y aunque a veces, si lo forzamos no siempre resulte fácil, si acabas dejándote llevar, el fruto es siempre la belleza del alma en que se manifiesta.
La belleza es algo natural en los niños, los cuales se maravillan asombrados ante la expresión de las cosas que les resultan indiferentes a los adultos. Eso es porque los niños todavía recuerdan la belleza de donde partieron y a la que acabarán regresando y por eso la reconocen, hasta en lo más minúsculo.
Tú, Eva, también puedes recordar, si calmas tus ánimos y entregas tus pensamientos al júbilo del ahora. Ése que no depende del exterior y que reside en cada uno de nosotros, ése que podemos sentir con mayor intensidad, cuanto más cerca del despertar estemos.
Eva, despierta y sé.
De tus ángeles custodios y tus dulces duendes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario