Los niños te enseñan su rincón favorito. Está lleno de magia e imaginación y en cada pequeña obra maestra, se halla impreso un corazón alegre, revoltoso e inocente. Nunca hubieras imaginado que acabarías entre niños, riéndote con ellos a mandíbula batiente, festejando el carácter alegre de la vida en una divertida danza que activa tu energía y te recuerda que eres libre.
Cuando finalizas tu jornada laboral, te escapas a ver a los niños que te esperan y te abrazan con una sonrisa tan grande en la cara que no les cabe. Están creciendo libres y este grado de libertad se refleja en cada una de sus palabras.
Los padres de estos niños les escuchan y están atentos a sus hijos con amor. Este afecto te conmueve y te hace presenciar las luces de una nueva generación nacida para sanar el planeta y recordarte tu poder.
Enraizada completamente en el núcleo de tu ser, te elevas poderosa para transcender tus limitaciones y dejar de darle cuerda al ego.
Aprovechas tu faceta de cuentacuentos, de narradora, de relatista para erigirte en la historiadora que recoge el testimonio de la cultura e historia que encierra la selva, los bosques y el poder energético y cifrado de los símbolos de civilizaciones antiguas que tanto conocen los niños como los adultos. Ellos honran a sus ancestros y te hacen partícipe de la recepción de los secretos transmitidos generación tras generación. Te sientes halagada por este enorme privilegio pero ellos consideran que lo ostentas por tus cualidades humanas y espirituales.
Ellos te han reconocido nada más verte y se han lanzado a tu encuentro, aunque no suelen hacerlo con extraños. Pero ellos saben que eres de los suyos aunque todavía no sepas porqué.
La noción del tiempo se te escapa, cuando estás con los lugareños, con los indígenas, con los nativos de este bendito lugar al que amas tanto. Algo fuerte te trajo hasta aquí para que recuperaras tu varita mágica e hicieras uso de ella.
Sentada en tu trono, remembras y recuperas tu magia, tu fuente de poder y contactas con los tuyos, emocionada y contenta. Cada segundo, lo vives como un momento de amor y gozo, de disfrute por el mero hecho de estar viva y sentir el poder que reside en todo, incluso en lo pequeño. Cierras tu círculo de poder y lo abres a voluntad, guiada por los sabios, escribas y literatos que te acompañan en el estreno de tu legado.
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