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martes, 4 de junio de 2013

Canalización de los guías

Esta mañana los niños preguntan por ti. Desde que partiste de expedición, te echan de menos. Siguen con sus clases y tareas pero les gustaría que fueses tú quien los instruyeras. Con ellos te sientes viva y descubres que tu vocación es para ellos y para quienes la necesiten. Te agrada estar con ellos. Además, ellos te han acogido como una de los suyos. Aquí eres feliz y respiras con plenitud.

El bosque selvático te llama por tu nombre cada mañana cuando te despiertas y te anima a que te atrevas a seguir tus pasos y recordar tus orígenes. El agua del río fluye con fuerza. La espectacular cascada en la que te bañas, te llena de amor. Tras la cortina de agua existe una cueva donde te parece ver una criatura voladora que irradia luz. Vuela con tal rapidez que apenas has conseguido verla, pero has constatado que se trata de una rapidez superior a la de un insecto. En esta cueva hay tal grado de pureza que en ella sólo hay luz. ¿Y si esa criatura fuera de naturaleza hadada? Tu corazón sabe que bien podría ser así. 

Aunque aparentemente estás sola, te sientes gratamente acompañada por algo invisible pero que está ahí, velando por ti como si de tu ángel de la guarda se tratara. En la cueva descubres unas flores preciosas. Te sientas a admirar su belleza y a dar gracias a la madre naturaleza por permitirte contemplarla. Al fondo de la cueva hay unos grabados pero desconoces los símbolos que hay escritos. Te resultan complicados y no le das mayor importancia pero pronto entrarán a formar parte de tu mundo.

La luz incide por una abertura lateral de la cueva, la ilumina y la oxigena. Te despides en silencio de ese lugar hermoso y regresas con el grupo de expedición que te espera al otro lado del río. Están degustando unas frutas dulces del bosque y te invitan a probarlas. Desprenden un jugo tan dulce y sabroso que repites y sigues comiendo. En el corazón de estas frutas chupas el sabor salvaje de la selva, de las montañas, de los elevados valles y de la grandiosidad de este lugar que todavía encierra rincones poco conocidos para la humanidad.

Le hablas al guía sobre los símbolos que has visto en la cueva y te relata que pertenecen a civilizaciones incas, aztecas, culturas precolombinas que habían dejado su huella y sus conocimientos muchos de ellos relacionados con lo que no vemos a simple vista.

Estos parajes constituyen gran parte del oxígeno de los pulmones del planeta. Esta riqueza te conmueve y te sientes pequeña ante tanta grandiosidad pero privilegiada por haber llegado hasta aquí desde tan lejos. El viaje está siendo agradable. Tu interés por esta fascinante tierra hace que no estés instalada en ningún sitio. Tu nueva vida itinerante enriquece tu alma viajera de nuevas experiencias para profundizar conceptos y conocimientos. 

Las personas que conoces son agradables, amables y respetuosas contigo y esta forma de ser se ha convertido en tu filosofía pues de nada sirve ser humano si no se es capaz de transmitir calidez.
 
Esta tierra de volcanes, sirenas, playas paradisíacas, cordilleras montañosas, selvas, bosques y cascadas te ha impresionado desde el principio. La atmosfera de espiritualidad que emana de estas tierras es tan fuerte que sientes una conexión especial, un vínculo sagrado a cuya llamada respondes para descubrir quien eres.
 
Desde aquí la altitud es impresionante, es como si estuvieras más cerca de Dios y el cielo bajara a ofrecerte sus bendiciones. Pero te sientes tan completa que ahora mismo lo único de que precisas es del instante.
 
Plantas la bandera del instante en la ladera de la montaña que pisas y te comprometes a fluir en su ondear para siempre rendida al horizonte que se abre ante ti. Miras al nuevo sol que brilla ante ti y lo ves tan cerca que no entiendes como no te quemas pero el sol es incapaz de quemar a la pureza. A eso has venido aquí: a sentirte tan pura que ya nada te toma y todo te atraviesa.

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