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martes, 2 de julio de 2013

Canalización de los guías


Besos de sal y arena llegan a ti guiados por rayos de estrellas y embebidos de luz celeste. La espuma de las olas baila contigo y con el resto de hadas de esta playa idílica que te acoge con amor y te ofrece su belleza. 

Te sientas en la orilla del mar y miras el horizonte, preguntándote cuando acaba su grandeza o dónde comienza. Ves huellas sobre la arena que se adentran en el océano. ¿Podrían ser las de una sirena que vino a pisar la tierra firme con unas piernas transitorias que le concedió Neptuno para que puediera caminar? Te sientes fascinada por la pureza del lugar. Ante la playa hay un bosque. Es inmenso. Algunos animales del bosque se acercan a la playa contigo. No se asustan por tu presencia y es que desde que llegaste a este enclave de ensueño respiras tanta pureza como sus bosques y eso ya se ha instalado en tu aura energética. Los animales la perciben y te reconocen como una más entre ellos. Hay duendes y gnomos con los animales y juegan con ellos sobre todo con las crías de los animales.

Un halo de inocencia baña la costa acariciada por el manto verde del bosque, un bosque tan hermoso que parece sacado de un cuento de hadas.

Estás sola pero divinamente acompañada por tus guías de luz que interactúan contigo, con los animalitos y los seres elementales del bosque como los elfos. Un elfo te saluda desde el bosque, mientras percibes en tu corazón un campo de luz tan puro como la sonrisa de un niño. También sientes como capas de dolor caen plácidamente y se van mar adentro.

A lo lejos escuchas el sonido de las ballenas y los delfines que parecen saludar al sol que está a punto de salir y tomar posesión del cielo. Desde su posición el astro rey envía bendiciones y nos reconforta con el calor que nutre la Tierra y le confiere vida. 

Sigues en tu situación de espectadora imparcial de este espectáculo divino donde la belleza desfila ante ti con la naturalidad de un niño.

Abrazas este momento especial, que se manifiesta tan manso y cándido ante ti que es como si se quedara dormidito en tu corazón pero lo siguieras observando con los ojos abiertos como platos. Y es que sigues maravillándote ante el encanto y la grandeza de este lugar que bien pudiera considerarse morada de dioses. Sin duda, el Creador aquí se recreó, manifestando en su labor el gozo de la creación en cada cascada, bosque, océano o montaña de este país a quien debiera venerarse por su excepcional belleza.
 
La madre naturaleza aquí te brinda guirnaldas de flores pues te reconoce como hija de la Tierra. Al reforzar tu vínculo con el planeta, te sientes más presente y esa presencia corretea por  tus piernas y te sube al corazón. Sientes el chacra corazón expandido, hermanado con la madre tierra, rebosante de naturaleza latiendo en tus entrañas. Tu vientre está lleno de la Tierra y esa sensación tan íntima te conmueve y te ancla en algo más grande, en una infinitud tan sublime que va más allá de toda conciencia. Sin embargo, aunque no eres  consciente de su abasto, sientes que te pertenece por el simple hecho de ser.

En tu cuadernos dibujas lo que ves y también lo relatas en forma de cuento o leyenda para transmitirlo a un mundo atento y sensible a la naturaleza que lo circunda y que respeta su desarrollo. Aquí las personas alientan la existencia de los animales y no alteran su hábitat para permitirles vivir en paz. Admiras este rasgo del enorme corazón de estas gentes, tan humildes, tranquilas y sencillas que, cuando las observas, te resultan familiares aun sin conocerlas.

Bandadas de pájaros desfilan ante ti como una marcha militar donde cada aleteo está sincronizado. ¿Qué les guía? Es algo invisible que ellos reconocen y que tú debes aprender  para responder de forma más sensible a las necesidades de tu entorno. Saber escuchar  sin calificar te hará converger hacia el origen del que fuiste creada: limpia y pura.

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