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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Canalización de los guías

El día amanece en la isla con una nueva luz. 

La brisa acaricia el despertar de los oriundos del lugar y se acerca para susurrarles cánticos de ángeles y de sirenas. Inicias el día con tu entusiasmo de siempre, maravillada por la energía que respiras en tu hogar dulce y acogedor. 


Sabes que un duende vive contigo, oculto, y aunque le invitas a hacerse visible, a él le resultan indiferentes tus llamadas.  A ti no te importa pues has integrado el sentido de juego, humor y de desapego en la vida, indispensable para formar parte del vínculo de tu familia de amor incondicional.
 
El arroyo sigue manando con la fuerza del afluente que lo engendró iluminado por los rayos de sol que atraviesan sus aguas terapéuticas dulces y saladas. El amanecer baña su superficie de color violeta y percibes como si una columna de ese color te limpiara el aura y te hiciera soñar despierta.

El amor baña este valle protegido por los seres elementales y en el que los dioses se dejan caer, creando a su alrededor un vacío que lo llena todo. Inhalas profundamente y te das cuenta de que la santidad preside ese altar sagrado al que consideras como tu isla. 

Empiezas tu meditación en el bosque a solas con el alma de tan hermoso paraje donde la frescura, la neblina vaporosa y las gotas de rocío cobran protagonismo cada mañana. Aquí experimentas la magia y te reencuentras con la energía de tus antepasados. Puedes escuchar su voz y tomar nota. Puedes dibujar también las formas de sus cuerpos de luz, tan bellas que te cautivan. Pero sabes que no debes tratar de atraparlas para no desgarrar el momento sino tan sólo trazarlas en tu cuaderno para acompañar a tus palabras escritas. Desde este vacío embriagador, fluyes con la misma naturalidad con que una hada lo hace con la magia de su varita. Algunos animales han tomado su su papel de espectadores, testigos de tu experimentar y se han quedado mudos. 

El silencio es la norma implícita de este instante que todo lo cubre. Un velo de complicidad ondea en cada uno de vosotros como un estandarte que os alza como vividores de vuestra propia aventura compartida. Permaneces vibrando con el instante y dejándote llevar mansamente como lo hacen las olas y la corriente. Te resulta todo tan fácil que es como si estuvieses viviendo tu propio cuento de hadas en un paraíso que jamás hubieras soñado que te estuviera destinado. 

Todo aquí contribuye a tu propósito y puedes desplegarlo del mismo modo que las manadas de lobos o de leones se dispersan, ocupando sus posiciones para prepararse para el ataque. Sólo que tú no atacas. Simplemente, permaneces atenta para acompañar al instante y ser su voz o su fiel ejecutora en tu cuerpo sintiente que ya es uno con el ser y el alma. La madre naturaleza te cuida con amor y tú le correspondes.

Le gritas tu felicidad al sol naciente y los duendes asustadizos huyen despavoridos pero sabes que regresarán. Tu vibración los atrae como la miel a las moscas pues tú has recordado el palpitar de este bendito país y ya eres una más entre sus habitantes.


Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustración: Pastel 

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