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sábado, 7 de diciembre de 2013

Canalización de los guías

La brisa te acaricia la espalda, calentada por el sol y recostada en la arena caliza. Las hojas de las palmeras juegan con el aire y parecen querer pinchar al cielo. Todo a tu alrededor es apacible.

Disfrutas del tiempo, descansando plácidamente y paseando con las gaviotas y las aves autóctonas de tu isla azul.
La cordillera de montañas se deja recostar sobre la costa marina en un abrazo natural que te incluye a ti. Sientes el amor de la Madre Tierra y lo percibes tan limpio que es como si fueras una con las estrellas. 


El azul del valle ha teñido hoy las montañas celestes de un tono azulado que bien pudiera confundirse con el mismo océano en el que estás caminando hoy.

A lo lejos escuchas el canto de las horcas, ballenas y delfines. Te sientes bendecida por ese canto destinado a elevar la vibración y a aumentar la energía del mar. Tomas para ti un poco de esa energía y con ella hinchas tu pecho. Te sientes en unidad con estas montañas, sus lagos y sus costas saladas donde el aroma de la te nutre y alimenta tus articulaciones. La magia de este lugar sagrado te revitaliza y te atrae lo mejor del momento. 

Un habitante del lugar se acerca educadamente y te entrega algo parecido a una varita con hojas. La tomas, le das las gracias y él se va para respetar tu privacidad. Sigues en la playa con tu varita verde y algo hermoso te inunda el cuerpo como un baño que te refresca y te relaja por completo. Esa varita te ayuda a trascender la densidad y te conecta con tu centro de poder. Estás sola pero te sientes acompañada. Tus ancestros velan por ti y pueden hablarte con la voz del lugar gracias a su extraordinaria pureza. 


Te has acostumbrado a una vida sencilla donde tu vocecita interior ha cobrado vida. Ahora está conversando con la de tus ancestros. Ellos te revelan donde puedes hallar información esclarecedora para ponerte manos a la obra con el propósito que te está destinado: el de hacer de hada entre los hombres y niños.  Has nacido para esto y ya nada más va a retrasarte o a aletargarte respecto a tu misión divina. Somos seres divinos desde el momento en que nos alzamos ante el miedo y nos atrevemos a ser. Aunque nuestra verdad no plazca a algunos se ha diseñado para completar o hacer soñar a otros para que crean en sí mismos con la fuerza con la que los niños creen que en Navidad van a recibir sus regalos. 

Vive tu propio sueño pero hazlo despierta y consciente. Todo se confabula y mueve los acontecimientos necesarios para que tú, hada, puedas sonreír en este bendito planeta que tan maternal y protector se manifiesta ante ti. 

Quédate reposando con tu varita en las manos unos instantes y pregunta desde el corazón.
 

El destino te hará llegar las respuestas aunque algunas vengan encriptadas o cifradas. Deshaz el acertijo y halla el significado de la simbología, de esa geometría de luz que impregna el espacio. Permite que las respuestas vengan más que ir tú a buscarlas. No seas crédula con todo lo que te llega, sino nunca sabrás discernir. Sé selectiva pero con neutralidad y juicio lúcido. Tómate tiempo para clarificar  tus ideas. Aprende de tus errores y sigue creciendo. 

El encanto de este lugar puro te fascina, su magnetismo, su energía te seduce. Todo parece hablarte. Aquí el mundo inerte parece querer dialogar contigo como si el alma de La Tierra tuviera aquí su propio centro.
 
 Caminas hacia el bosque y los animales no se esconden, más bien ante ti simplemente siguen con su vida, como si fueras una más entre ellos. Eso te emociona porque te permite estar cerca de ellos. Le pides a tus ancestros que te recuerden el lenguaje de los animales. En ellos hay grandes maestros instalados en cuerpos pequeños pero que pueden enseñarte en secreto. 

 En el bosque te cruzas con un grupo de niños, uno de ellos se fija en un símbolo que llevas colgado del cuello y te reconoce de inmediato. Se acerca a ti. Aunque el adulto que acompaña a los niños, pide a ese niño que no te moleste, tú te sientes impulsa a decirle que no te molesta y que permita que el niño esté contigo. El niño te muestra una cueva con objetos tallados y símbolos que te resultan familiares. Ese niño destila sabiduría. Sin duda, grandes maestros albergados en cuerpos pequeños son tus instructores. 


¿Podrías haber imaginado nunca que tu escuela sería este hermoso bosque? 


El sonido del ganado, de los mugidos, del balar, de las campanas a lo lejos, te recuerda el sabor de la infancia y este niño que está contigo va a contribuir a sanar ese sabor. Lo mereces para recuperar tu trono.

Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Pasatel    

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